viernes, 14 de agosto de 2009

La cuarta (By Q)

Sí, es mi cuarta entrada consecutiva...

C15

Nunca lo hubiera imaginado

¿Cuántos niños nacerán al día? En ÉSTE hospital hay por lo menos 20 embarazadas, eso multiplicado por los hospitales de maternidades de la ciudad, luego del país, luego del mundo (además de los que no nacen en hospitales). Cómo se nota que nos hicieron falta los condones.

-Señor Alfredo Gutiérrez?

-Sí, señorita. Soy yo.

-Acompáñeme, por favor. Su hijo ya viene.

Se nota que ésta enfermera es nueva, todas las demás son seniles, gordas y le hablan a la gente como si la odiaran.

Llegamos a una especie de oficina con mucho equipo médico.

-Póngase la bata que está sobre aquella repisa, por favor…- Así lo hago. – Y ese cubre bocas.

A medida que me voy preparando también mi emoción aumenta, nunca me había emocionado así por esto. Ni siquiera cuando me lo dijo. Me preocupé por nuestro futuro, eso sí.

-Venga conmigo.

- O-OK - ¿Tartamudeé? Diablos, sí estoy nervioso.

Caminamos y atravesamos varias puertas (no me explico por qué siempre hay tantas en los hospitales). Thum thum thum. Sí, puedo sentir mi corazón latiendo mucho más rápido de lo normal, mis manos tiemblan y creo que empiezo a sudar. Nos acercamos a la puerta que dice “Quirófano A-02”, la enfermera pasa y yo me tomo un segundo para respirar, para asimilar todo lo que vendrá… No quiero ni imaginra cómo estará mi mujer… ¿¡”MI MUJER”?! ¿Qué diablos me pasa?

- Señor Gutiérrez?- la enfermera asomada desde la puerta.

- Oh, perdón.

Entro

Ahí un doctor, un para de enfermeras (más la que venía conmigo) y Cecilia tendida sobre una especie de cama/plancha, me acerco a pasos lentos.

-El apoyo de usted será muy importante, señor. Su esposa necesita que le hable.

Guardo silencio, no planeo entrar en una tonta discusión de “no es mi esposa”. Parece que a ella tampoco le importa, claro, tiene algo más importante de qué preocuparse. De pronto parece que las contracciones regresan, la cara de Cecilia refleja todo el dolor por el que pasa y un pequeño grito acaba de delatarla. El doctor me observa como diciendo “haz lo tuyo”, lo intentaré.

-Ceci, estoy aquí. Quiero ayudarte, permite que repartamos la presión y el dolor tanto como sea posible, el bebé nos necesita juntos ahora.- Una pequeña lágrima roda por su mejilla y algo parecido a una sonrisa se le dibuja en la cara. A decir verdad se ve muy hermosa.

- Si… pudiera abrazarte… lo haría.

- No te esfuerces en hablar

-Haga caso a su esposo. Ahora sólo necesitamos que respire hondo, nosotros le avisaremos cuando puede empezar a pujar.

Veo a Cecilia y ella me mira a mí, es una sonrisa de complicidad. “Su esposo”, nunca se había escuchado más cómico.

Y hemos tenido grandes momentos, desde el día que empezamos; nuestras fiestas de alcohol y pastillas (que siempre acababan siendo de puro alcohol porque las pastillas desaparecían misteriosamente poco después de iniciado el rave), cuando le partí la cara al tipo que quería pasarse de listo con ella (parecía hasta feliz de verme golpear al pobre imbécil), cuando casi me llevan a los separos por… ¿Qué estaba haciendo?, ya ni me acuerdo. Lo bueno fue que Carlitos me echó la mano (claro, después de que Marieta le estuvo insistiendo), nunca voy a subestimar el poder del dinero y un papá en las altas esferas de la política y los negocios. Otro de nuestros buenos momentos fue en los 18 de Carlitos, aunque su hermanito nos odiará eternamente por lo que fuimos a hacer a su cuarto, pero bueno, con tanto alcohol y lujuria en el sistema es difícil decir que no a una habitación con puerta abierta y cama (aunque fuera individual y con estampados de Max Steel… diablos! ¿a qué niño heterosexual y con mente sana la gustará Max Steel?) Una noche feroz aquella.

-…Estás bien?

- Eh, sí. Me quedé pensando en tonterías, pero ahorita no te preocupes.- Tomo su mano izquierda entre las mías y la beso un para de veces. Me observa contrariada, con una cara de “¿Qué haces?”, y la verdad ni yo sé lo que hago.

Nos distrae a todos de ese letargo lo que parece ser el contraataque de mi primogénito, Cecilia se aferra con fuerza a la “cama/plancha” y de ella sale un grito ahogado, el doctor la revisa y le dice que es buen momento para comenzar a pujar. Tomo de nuevo su mano y ella espera un poco.

-Gracias- Me dice

-Gracias a ti, amor.

Entonces inicia con su labor, aprieta mi mano con una fuerza que nunca me hubiera imaginado que tuviera.

-Continúe así, creo que ya puedo ver al bebé.

Fin del C15


2 comentarios:

Aldokeh dijo...

O.O yeah, me gusto mucho como quedo este capitulo, pero sigo intrigado con lo del choque, y si, no tengo idea de lo que significan esos kanjis -.-U

Seeya!!

Tertulia 9 dijo...

ese en escpecìfico significa "una nueva vida"